La economía mundial en 2025 se caracteriza por una resiliencia notable, a pesar de las proyecciones de crecimiento moderado y los desafíos persistentes. Según informes recientes, se anticipa un crecimiento global del 2,8% para este año. Una cifra que, aunque modesta, refleja una estabilización tras las turbulencias de años anteriores. Factores como la disminución de la inflación y políticas monetarias más relajadas han contribuido a esta tendencia positiva.
Sin embargo, las tensiones geopolíticas y comerciales continúan siendo una amenaza significativa para la economía global. La escalada arancelaria entre potencias como Estados Unidos, China y la Unión Europea ha generado incertidumbre. Especialmente en los mercados y ha afectado las cadenas de suministro internacionales. Estas disputas comerciales, junto con conflictos en regiones como Ucrania y Oriente Medio, añaden complejidad al panorama económico actual.
El proteccionismo y la polarización política también desempeñan un papel crucial en la configuración del entorno económico. La reimposición de aranceles y barreras comerciales por parte de economías líderes ha llevado a una reevaluación de las estrategias de globalización. Este cambio hacia políticas más nacionalistas podría tener implicaciones a largo plazo. Especialmente en la eficiencia y la especialización económica global, afectando negativamente el bienestar general.
De cara al futuro, es esencial que las economías desarrolladas y en desarrollo implementen políticas que fomenten la inversión, mejoren la productividad y gestionen de manera efectiva la deuda. La colaboración internacional y el fortalecimiento de las instituciones multilaterales serán fundamentales. Eso para abordar los desafíos compartidos y garantizar una recuperación económica sostenible y equitativa.
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